
Ronaldinho fichó por el Barcelona en el verano de 2003. Venía de jugar dos temporadas en el PSG, en Francia. Se veía claro desde hacía dos años que Ronaldinho era uno de los mejores jugadores del mundo. Yo personalmente, la primera vez que le vi, y me pareció todo un crack, fue en el partido Catalunya - Brasil, en el que Ronnie marcó dos goles (uno de ellos de falta). Después, en el Mundial nos dejó un golazo para el recuerdo, ese desde cuarenta metros de falta directa que se comió Seaman, en el Brasil - Inglaterra. Y a todos nos sorprendía que no jugase en un grande de Europa. Pero Ronaldinho tenía que jugar en Barcelona, estaba cantado. Era el equipo que mejor le venía a su juego. El Barça siempre se ha caracterizado por su juego bonito, vistoso y alegre, justo lo que es Ronaldinho. Y Sandro Rosell, que ya le conocía por Nike, le convenció para que viniese. Y el primer año ya se salió. Su primer gol en liga fue el mejor gol de la temporada, todo un golazo, y fue el mejor jugador de la temporada, sin ninguna duda. Además batió su récord de goles en una temporada (que era de 8) y marcó 15. La temporada siguiente, algunos dicen que bajó un poco su nivel, sobre todo al principio. Pero es que Ronnie aprendió a ser más colectivo con sus compañeros, y no marcó tantos goles, que tampoco es que sea lo suyo. Sin embargo quedan para el recuerdo algunos de sus goles, como el que le marcó a la Real Sociedad en el Camp Nou, en el último minuto, el día de su cumpleaños. Sólo podía ser él, una falta directa que se tragó el portero, todo un golazo que celebró como nunca. O los goles en Champions, los dos mejores goles de esa edición: contra el Milán, y contra el Chelsea.
